NOTA AL PIE DEL REMITENTE DE LOS POEMAS,RAFAEL BORDAO7>
mi cuerpo
Mi
Cuerpo
Mi
cuerpo es como un saco surcado de hilos rojos
La habitación
está oscura, mis ojos brillan débilmente
Me da miedo
levantarme, noto por dentro
Algo blando, maligno, que se mueve.
Hace
años que detesto esta carne
Que recubre mis huesos. De
superficie adiposa,
Sensible al dolor, levemente esponjosa;
Un
poco más abajo, un órgano se tensa.
Te
odio, Jesucristo, por haberme dado un cuerpo
Los amigos se
esfuman, todo huye, deprisa,
Los años pasan, se escurren, y
nada resucita,
No deseo vivir y la muerte me asusta
La
grieta
En
la inmovilidad, el silencio impalpable,
Yo estoy ahí. Estoy
solo. Si me golpean, me muevo.
Trato de proteger una cosa roja y
sangrante,
El mundo es un caos preciso e implacable.
Hay
gente alrededor, los oigo respirar
Y sus pasos mecánicos se
cruzan sobre el enrejado.
He sentido, no obstante, el dolor y la
rabia;
Cerca de mí, muy cerca, un ciego suspira.
Hace
muchísimo tiempo que sobrevivo. Tiene gracia.
Recuerdo muy bien
los tiempos de esperanza
E incluso recuerdo mi primera
infancia,
Pero creo que es éste mi último papel.
¿Sabes?
Lo vi claro desde el primer segundo,
Hacía algo de frío y yo
sudaba de miedo
El puente estaba roto, eran las siete en
punto
La grieta estaba ahí, silenciosa y profunda.
Una
vida de nada
Yo
ya me sentí viejo al poco de nacer;
Los demás luchaban,
deseaban, suspiraban;
En mí no sentía más que una añoranza
imprecisa.
Nunca tuve nada parecido a una infancia.
En la
profundidad de ciertos bosques, sobre una alfombra de
musgo,
Repugnantes troncos de árbol sobreviven a su follaje;
En
torno a ellos se forma una atmósfera de luto;
En su piel
ennegrecida y sucia medran los hongos.
Yo no serví jamás a
nada ni a nadie;
Lástima. Vives mal cuando es para ti mismo.
El
menor movimiento constituye un problema,
Te sientes desgraciado
y, sin embargo, importante.
Te mueves vagamente, como un bicho
minúsculo.
Ya apenas eres nada, pero, ¡qué mal lo
pasas!
Llevas contigo una especie de abismo
Mezquino y
portátil, levemente ridículo.
Dejas de ver la muerte como algo
funesto;
De vez en cuando ríes; sobre todo al
principio;
Intentas vanamente adoptar el desprecio.
Luego,
lo aceptas todo, y la muerte hace el resto.
So
long
Hay
siempre una ciudad, con huellas de poetas
Que entre sus muros
han cruzado sus destinos
Agua por todos lados, la memoria
murmura
Nombres de gente, nombres de ciudades, olvidos.
Y
siempre recomienza la misma vieja historia,
Horizontes deshechos
y salas de masaje
Soledad asumida, vecindad respetuosa,
Hay
allí, sin embargo, gente que existe y baila.
Son
gente de otra especie, personas de otra raza,
Bailamos exaltados
una danza cruel
Y, con pocos amigos, poseemos el cielo,
Y
la solicitud sin fin de los espacios;
El
tiempo, el viejo tiempo, que urde su venganza,
El incierto rumor
de la vida que pasa
El silbido del viento, el goteo del agua
Y
el cuarto amarillento en que la muerte avanza.
No
es eso…
No
es eso. Trato de conservar mi cuerpo en buen estado. Quizás esté
muerto, no lo sé. Hay algo que habría que hacer y que no hago. No
me lo han enseñado. Este año he envejecido mucho. He fumado ocho
mil cigarrillos. Me ha dolido, a menudo, la cabeza. No obstante debe
haber una manera de vivir; algo que no se encuentra en los libros.
Hay seres humanos, hay personajes; pero de un año al otro apenas si
reconozco las caras.
No
respeto al hombre; sin embargo, lo envidio.
Michel
Houellebecq. Fotografía:
EFE Andreu Dalmau-Imagen
remitida por Rafael Bordao
nota
NOTA
sobre el poeta de Rafael Bordao quien remitiera los poemas.
Michel
Houellebecq nació
en Francia en 1958. Es un escritor de novelas, poesía y ensayo. Su
primera novela, Ampliación del
campo de batalla, fue
publicada en 1994 y le valió el Premio
Flore.
En el 2001 publicó su
tercera novela, Plataforma, que
motivó una
gran polémica dentro y fuera de Francia. Después vinieron, El
mapa y el territorio, que
causó otro gran revuelo, y con ella ganó el Premio
Goncourt (2010).
Pero su mayor controversia la tuvo con su novela Sumisión,
donde narra una Francia islamista en el futuro. La última
de sus novela Serotonina,
ya ha comenzado a levantar ronchas entre la comunidad de lectores. Su
obra poética está compuesta
por cuatro poemarios: Sobrevivir,
El sentido de la lucha, La búsqueda de la felicidad y Renacimiento.
Ha recibido numerosas distinciones y premios: Caballero
de la Legión de
Honor; Premio
Interallié; Premio
de Flore; Premio
Literario Internacional; IMPAC
de Dublín (2002); Oswald
Spengler Prize (2018); Premio
Austriaco de Literatura Europea (2019).
Nos
disculpamos con aquellos que puedan sentirse ofendidos, por el
vocabulario explosivo, y a veces, rudo, de este escritor transgresor
y maldito, acaso descreído, pero pujante y luminoso...
Saludos
de buena voluntad. Rafael Bordao